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La generosidad, un atributo divino que en el día a día humano se confunde. El ideal es muy alto. Quieres ser generoso con todos, con los que amas, sobre todo. Bien. La dualidad tiene sus reglas del juego.
La naturaleza es generosa. Lo es siempre. La distorsión viene del desequilibrio de las mentes humanas.
Dar y recibir. Si no fluyen en equilibrio, en el mundo de las formas y la materia no se produce una auténtica generosidad. Se queda en un ideal que quiebra tu equilibrio hasta que te quedas sin recursos, preguntándote qué ha pasado. Nada puede ir solo en una dirección en la dualidad. Aunque la fuente original sea inagotable, en el mundo de las formas procura observar el flujo, procura balancear en equilibrio. De lo contrario se pierde la coherencia. Amigos se vuelven enemigos, amor se torna odio, seres amados se vuelven irreconocibles.
Coherencia y equilibrio, un juego de equilibrio muy delicado, a veces parece malabarismo. Observa bien dónde pones tu energía y qué es lo que viene de vuelta. ¿Transmites en equilibrio? ¿Emites en equilibrio? ¿Esperas, exiges, o das con los brazos abiertos porque confías que así del mismo modo recibes?
La verdadera generosidad siempre da lugar a recibir, a sentirse apoyados, sostenidos, compartiendo en conjunto.
Quien muestra generosidad, pero es incapaz de recibir, se vuelve mendigo y vive en carencia.
Ábrete a recibir en equilibrio y coherencia, emanando en la frecuencia elevada de un corazón abierto.
(Madre María)
Lina Weltschewa
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