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En la actualidad hay muchos espacios donde te invitan el vivir la soledad y sentir conexión y puedes experimentar esto aportándote sensaciones de plenitud, bienestar. Estamos experimentando muchas formas de conexión y se vende en todos los cursos: conexión contigo misma, conexión con lo que sientes, conexión con tu cuerpo, conexión con tu niña interior, conexión grupal, conexión con la naturaleza, conexión con tus guías de luz, conexión wifi…
Me he dado cuenta que buscar la conexión nos está hablando de su propia carencia (falta de conexión) y allí podemos reconocer y dar espacio a la SOLEDAD que se experimenta en esa carencia. Es ese miedo a la soledad o esa incomodidad la que nos hace buscar conexión. No obstante esta conexión estará siempre huyendo de eso que la empuja y se convertirá en algo fugaz, algo efímero, algo que solo ocurre en el rato del taller, por lo que voy a estar consumiendo talleres en busca de esa sensación. Repitiendo los ejercicios en casa en busca de ese recuerdo maravilloso que pude experimentar. En otras palabras, es como llenar de agua un jarrón que tiene un agujero en la base.
Uno de los primeros pasos para frenar esa dinámica impulsiva de buscar conexión en todos lados y parar de “decirte a ti misma” frases como: “yo no sé conectar con i cuerpo”; “estoy desconectada de lo que siento”; “no puedo relacionarme con los demás”… seria darte espacio para OBSERVAR LA SOLEDAD y dejar de generar sufrimiento alrededor de la conexión. Invalidarte a ti misma de falta de conexión genera que seas una buscadora “consumidora” de talleres que te prometen “conexión”.
Fue en un taller de Hakomi online “Abrazando mi soledad” ofrecido por la Hakomi Education Network donde pude darme cuenta de las diferencias en cada uno de nosotros entre la palabra “soledad” y la sensación de “sentirse solo”. Es tanta la diferencia que a menudo se escuchan opuesto: lo que para uno produce libertad y expansión para otra persona puede detonar un miedo y un vacío existencial. Es por ello que en mi terapia se hacen sesiones personalizadas acogiendo el momento presente de cada uno.
Tenemos que tener claro que no podemos eliminar el malestar que genera la soledad en otras personas ni tampoco llenar espacios para satisfacerla. (Si, crear espacios de conexión es querer llenar espacios de la soledad) que generan bienestar a la persona y por ello se hacen dependientes de la terapia o del terapeuta. También como terapeuta debemos escuchar esa voz de “sostener el malestar del otro” que muchas veces acaricia nuestro propio malestar con el mismo tema.
Es decir, abrazar mi soledad es el primer paso para poder ver y acompañar lo que tú sientes con tu soledad y eso es el “puente a la conexión” real. Y aquí fue lo más transformador de mi propia experiencia: “vivir la experiencia de la soledad conectados”. Una curiosa paradoja que nos permite estar, cómo se dice en Hakomi, en esa humanidad compartida.
En un momento de escucha de una experiencia dolorosa de mi clienta me pude dar cuenta que yo no viví esa experiencia en ese ambiente, en esas relaciones, en ese espacio ni en esa ciudad. De hecho esa situación ocurrió en otro continente, con otra lengua y con otras personas desconocidas por mí. Aun así, podía sentir el sabor intenso en mí de lo que ella explicaba. Una sincronía silenciosa de soledades compartidas se encontraron y así podía experimentar la sensación en mí también.
Cuando abrimos estos espacios en Hakomi, no buscamos que estés conectado, sino que a través de esta nueva experiencia puedas sentir lo que significa una conexión real, es decir, no se llenan vacios con experiencias de conexión, el objetivo no es “que te sientas bien”. Y es por ello que estos espacios te permiten transformar tu vida ya que te permiten, en este caso, vivir tu soledad desde la conexión. Y eso mismo, te hace sentir bien ya que te permite reconocer y abrazar el dolor de esa experiencia.
Creadora del programa Vinculo terapéutico seguro
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