Las mujeres-madres, abnegadas-trabajadoras, exitosas-esposas, entregadas-amantes sexis y desinhibidas estamos más cerca del descuido generalizado que del autocuidado personal o íntimo.
Nosotras, sostén de todo y todos los demás, somos las últimas de la lista. No de la lista en general (que también), sino de nuestra propia lista, y eso es lo peor.
Nosotras, la yo de cada cual, somos lo último para nosotras mismas. Eso es lo que más nos cuesta entender. Y lo que más nos cuesta cambiar.
Cuando por algún lado leemos o escuchamos que tenemos que priorizar en nosotras, sale la vocecita en off dichosa para sermonearnos acerca del sacrificio, de lo feliz que nos hace ver a nuestros retoños disfrutar, de que lo más importante de nuestra vida son ellos, que son la luz de nuestra vida, que ¡cómo me voy a poner yo por delante de ellos!: ¡Inviable! ¡Impensable! ¡Imposible! ¡Inaceptable!
A ver, mujeres, ¡que no somos superwomans, que no queremos serlo! ¡Que tenemos necesidades! ¡Que no somos robots o taxis de aquí para allá transportando niños de extraescolar a extraescolar… ¡que no somos una empresa de servicios para y por nuestra familia!
Llevamos tanto tiempo tirando del carro, haciendo todo antes que nadie, adelantándonos a las demandas de nuestros hijes que ya lo encontramos hasta normal, natural. Pero no, no es natural, no tiene que ser lo normal.
Y creedme cuando os digo que hacemos un flaco favor a nuestra descendencia haciendo todo por elles, evitándoles esfuerzos y sufrimientos. Les enseñamos que confíen en que siempre habrá un alguien que les sacará las castañas del fuego, que elles no son lo suficientemente válidos, de esta manera educamos y criamos hacia la inutilidad, y eso no es lo que queremos, ¿verdad?
Pero cómo nuestro modelo de crianza y educación puede afectar a la personalidad y emocionalidad de nuestros retoños es harina de otro costal y tema para otros tantos artículos.
Hoy quiero hablaros de nosotras, de lo importante que es autocuidarse, una vez más, ¡sí! Sé que es repetitivo el temita, pero … ¡es que es muy importante!
Una y otra vez tratamos de tocar diferentes teclas, explicarlo con diferentes palabras, poniendo distintos ejemplos… hasta que consigamos tocar tu tecla y que hagas el cambio de chip. ¡Ahí vamos!
Esta vez os lo voy a contar de forma bíblica, a ver si nos entra mejor…
De entrada, tengamos claro que podemos cuidarnos o descuidarnos, eso siempre. Y que podemos hacerlo…
- De pensamiento,
- De palabra,
- De obra
- O de omisión.
Vamos a ver algunos ejemplos:
– Nos cuidamos de pensamiento cuando nos decimos a nosotras mismas:
“qué bien que has tenido la voluntad de levantarte a la hora que te habías programado para hacer ejercicio; qué bien has organizado hoy las tareas, te ha dado tiempo de hacerlo todo; cuántas y qué buenas amigas tienes; hoy vas a prepararte un té y te lo vas a tomar mientras lees aquel libro que te apetece hace tiempo…”
– Nos descuidamos de pensamiento cuando nos decimos:
“es que lo estás haciendo fatal, no sirves para nada, vaya pintas llevas hoy, ni se te ocurra tumbarte después de comer, primero recoge la cocina y si da tiempo vemos…”
– Nos cuidamos de palabra cuando al hablar de nosotras:
aceptamos los halagos sin justificarlos, y es que nos cuesta tanto aceptar que nos digan cosas bonitas!; también nos cuidamos cuando somos capaces de hablar de cosas que hacemos de las que estamos orgullosas…
– Nos descuidamos de palabra cuando al hablar de nosotras: justificamos y menospreciamos los halagos o cualquier input positivo externo. Nos menospreciamos a nosotras mismas.
– Nos cuidamos de obra cuando hacemos cosas que nos sientan bien, que nos apetecen, cuando hacemos cosas que necesitamos.
– Nos descuidamos de obra cuando hacemos cosas por que nos las piden, por que toca sin que nos importe si a nosotras nos apetece o no…
– Nos cuidamos de omisión cuando decimos no a lo que no queremos hacer.
– Nos descuidamos de omisión cuando no nos escuchamos, cuando omitimos nuestras necesidades.
¿Qué os parece si definimos el autocuidado?
El AUTOCUIDADO ES:
Cuidar el cuerpo físico, el cuerpo mental y el emocional.
Con el cuidado físico conseguimos tener fuerzas, con el cuidado mental conseguimos tener ganas, y con el autocuidado emocional conseguimos sentirnos bien; por eso pensando en nuestro bienestar es tan importante quererse bien, pensarse bien y sentirse bien.
Y ahora yo lanzo una pregunta:
¿Por qué no nos cuidamos? Vamos a analizar las que yo creo que son las principales razones por las que diariamente nos descuidamos…
- No nos cuidamos por falta de tiempo. ¡Todo un clásico!
Y Yo os digo, el día tiene las mismas horas para todas, lo que tenemos es que priorizar de manera que nuestro autocuidado esté presente diariamente.
E insisto: tenemos que ponernos a nosotras mismas como máxima prioridad. (sé que ahora esteréis pensando que ni de coña, que mis hijos lo primero), ¡ya!, os entiendo.
El tema clave aquí está en que entendamos que no se puede llenar un vaso con una jarra vacía. Como no nos preocupemos NOSOTRAS de llenar nuestra jarra, vamos a acabar no teniendo nada que ofrecer, o lo que ofrezcamos no será lo que nos gustaría ofrecer.
Y aquí vuelvo al… “me paso la vida estresada”, “llego a la noche que no aguanto ni media”, “a la mínima salto”, “no tengo paciencia” ….
¿Verdad que te gustaría llegar a la noche de manera que seas capaz de contar un cuento a tu hija sin estar mirando el reloj deseando que se duerma para seguir con las tareas? Pues empieza por priorizarte. Disminuye las expectativas de tareas y presta más atención al aquí y ahora, al cuento de tu hija o a lo que hayas decidido hacer.
Nos pasamos la vida haciendo cosas mientras pensamos en lo que haremos después, sin disfrutar ni ser conscientes de lo que hacemos en cada momento, sea lo que sea.
- No nos cuidamos por falta de autoestima, y es que creemos que no nos merecemos autocuidarnos.
Primero tenemos que hacer méritos para que la recompensa final sea el autocuidado; de entrada, no los merecemos.
Vivimos el autocuidado como un capricho, y no, señoras… ¡Es una necesidad!
Es una necesidad para nuestra parte física, mental y emocional.
Estaría muy bien si por una vez no dejásemos que nuestro cuerpo (físico, mental o emocional) estallase pidiendo cuidados. Y es que vemos a diario señales que nos envía nuestro cuerpo y que omitimos y seguimos tirando… hasta que llega el día en que ya sea por una dolencia de sintomatología física o mental o emocional estalla y nos obliga a parar, de malas maneras…
Tenemos que reconocer nuestras necesidades y creernos merecedoras de autocuidado.
- No nos cuidamos porque no nos lo permitimos. La culpa /victimismo. Podemos decir que esta es una característica prácticamente intrínseca a las mujeres y sobretodo a las madres… y es que nos sentimos culpables por todo… todo.
La culpa no te deja tomar las riendas de tu vida; tenemos que cambiar la culpa por la responsabilidad y empezar por ejemplo por eliminar la culpa de nuestro vocabulario.
Normalmente lo que solemos hacer es oscilar entre la culpa y el victimismo.
Cuando estamos muy muy muy cansadas, en algún momento tomamos conciencia de la carencia general de cuidado hacia nosotras, nos sentimos inmensamente victimas, damos un golpe en la mesa, y decidimos autocuidarnos a tope esa tarde, así sin más. Con el victimismo por montera nos llevamos por delante a cualquiera (la rima no ha sido reflexionada): “pues ahora me voy a la peluquería, que llevo tres meses queriendo ir y no hay manera, que sólo estoy pendiente de vosotros y ya está bien”. Y te vas.
Y llegas a la peluquería y te sientes taaaaan culpable, y te asaltan pensamientos del tipo: “es que de verdad, Lola, así no se hacen las cosas, deberías haberlo planificado un poco, no les has dejado ni la cena hecha, qué mala madre eres, qué pena, pobres niñas…” Y ahí lo tenemos victimismo/culpa…. ¡El eterno bucle!
Llegados a este punto, quiero hablaros, mujeres-madres, de la importancia que tiene autocuidarse a nivel de crianza.
Y es que una vez más diré aquello de que los niños aprenden de lo que hacemos y no de lo que decimos. Y como sé que todas queremos que nuestras hijas sean capaces de cuidarse y quererse sin sentirse culpables, nosotras somos su mayor ejemplo. ¡Hagámoslo por ellas, si no somos capaces de hacerlo por nosotras!
Aquí me centro expresamente en la descendencia femenina porque somos nosotras las mujeres las que manifestamos más dificultades a la hora de cuidarnos y atendernos.
Y para terminar, de momento, por que pienso hablar mucho más de cómo es de importante autocuidarse, os dejo con un párrafo bonito, en torno al respeto…
Cuidarse es respetarse a una misma. Cuando yo me respeto, respeto mis necesidades, respeto mi tiempo. Esa es la mejor manera de ganarme el respeto de los demás, mostrando yo respeto por mí misma.